lunes, 12 de enero de 2009

A vueltas con los autobuses

El 23 de octubre publiqué en este blog una entrada en la que criticaba la campaña iniciada a favor del ateísmo y en contra de la religión, mediante una serie de anuncios en autobuses urbanos londinenses.

Pues bien, hoy abro el periódico (o más bien lo "clicko" con el ratón), y me encuentro con que de nuevo la noticia es actualidad. Esta vez los mensajes han llegado a España, apareciendo por lo visto en autobuses de Barcelona, y con intención de que aparezcan también en Madrid. Y no sólo es eso, sino que además, un grupo cristiano ha recaudado fondos para realizar su propia "contracampaña", lanzando mensajes en el mismo soporte publicitario en contra del ateísmo y a favor de la religión.





















En honor a la verdad y a mi intención de imparcialidad en muchos asuntos (o al menos el procurar no ser tendencioso y mucho menos radical), he de decir que tan absurda, deleznable, censurable y criticable me parece tanto una idea como la otra. La idea original (que por ser original tiene un punto más), me resultó como ya dije en su ocasión, pero ahora esta rabieta publicitaria por parte de grupos religiosos se me hace triste e igualmente lamentable.

Yo digo: señores (por decir algo), tanto de un lado como de otro, dejen a la gente en paz. Que cada uno piense, crea y viva lo que quiera, lo que sienta y con lo que se realice como persona. Dejen de invertir dinero, esfuerzo y medios en cosas tan ridículas como enviar mensajes con la clara intención de encabritar a los más ortodoxos (que también los hay del ateísmo). Procuren que la gente sea feliz, hagan el esfuerzo de hacer felices a los demás, no busquen la bronca fácil, la descalificación y la infamia.

Con el sentimiento de las personas no se juega, a mí me dolería que la gente me dijera que es ridículo amar a la mujer a la que amo, que es irrisiorio que quiera a mis amigos o que soy raro por querer a mi familia. Por tanto, creo que las autoridades competentes, que tanto se preocupan de la competencia desleal, de la publicidad discriminatoria, engañosa o subliminal y de sandeces varias, prohíban publicidad que atente contra lo más íntimo de las personas, publicidad que se hace con la clara intención de herir, publicidad que crea crispación social. Es una irresponsabilidad mantener este tipo de mensajes. Insisto, tanto de un lado como de otro.