jueves, 20 de noviembre de 2008

Pornografía infantil ¡NO!


Hoy día 20 de noviembre, día internacional del niño, quiero unirme a la campaña iniciada por el periodista Nacho de la Fuente, promovida por su blog La Huella Digital, para conseguir entre todos llenar el ciberespacio con la consigna Pornografía infantil NO.

Es lamentable el horror que consiguen extender una pandilla de depravados cuya diversión consiste en la violación y destrucción de la más sagrada de las inociencias: la de los niños. Esta gente, por llamarla de alguna manera, se aprovechan en su debilidad mental y personal de la debilidad física de esas inocentes criaturas a las que llaman, en su depravada y malnacida jerga con los términos de "angels", "lolitas" o "preteens".

Esta panda de desgraciados, autodenominados "boylover", "girllover", "childlover" o "pedoboy", el único sitio en el que merecen estar es en la cárcel, en donde no puedan hacer mal alguno, en donde su desequilibrada mente y su retorcido espíritu se pudran en el fermento de maldad que generan con sus sueños, deseos y acciones.

Creo que no hay nada más que decir. Solo me queda reclamar la atención de todos aquellos que puedan leer este blog, y que, en el caso de ser administradores del suyo propio, incluir una entrada como esta, en la que se demuetre que estamos completamente en contra de estas actividades.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Hawking de ciencia, Ratzinger de fe

Desde el sábado pasado, y hasta este martes, ha tenido lugar en el Vaticano un congreso sobre las relaciones entre la ciencia y la religión. En este congreso se ha dado el encuentro entre relevantes personajes del mundo de la ciencia y relevantes personajes del mundo de la fe.

En encuentro que más disparos ha provocado en las cámaras de aviesos periodistas ha sido el que se ha dado entre el físico Stephen Hawking y el Papa Benedicto XVI.



En este encuentro, el Papa ha afirmado que "No existe ninguna oposición entre la comprensión de la fe respecto a la creación y la evidencia de las ciencias empíricas". He de decir que no puedo estar más de acuerdo con Benedicto (y esto puede ser noticia). Desde el nacimiento de este blog he afirmado este principio. Creo, sinceramente, que no puede separarse la fe de la ciencia, y la ciencia de la fe. La ciencia y la fe son una suerte de ying y yang que, por opuestos, son indisolubles, y uno no puede existir sin la existencia del otro.

Las declaraciones de Hawking han sido ligeramente diferentes, ya que ha afirmado que "el Universo no tiene un inicio concreto, por lo que no se puede hablar de creación". Bien, por mucho que admire al señor Hawking, creo que en determinadas cuestiones no hay que ser tan categórico, y más cuando no existen pruebas tangibles de ello. Al final, ese tipo de afirmaciones no son más que una profesión de fe en toda regla.

Creo que en el mundo de la ciencia, al igual que en el mundo de la fe, hay que morderse de vez en cuando un poco los labios, pues las afirmaciones categóricas son terreno inestable, en el que corremos el riesgo de perder pie en el momento más inesperado. A lo largo de la historia, la Iglesia ha demostrado estar muy equivocada en determinadas cuestiones que en su momento afirmaban categóricamente. En la historia de la ciencia ha sucedido lo mismo.

Creo que en general deberíamos ser más moderados, y cautelosos a la hora de afirmar sin género de duda determinadas cuestiones. Es cierto que es difícil ser menos categóricos, y más en el caso de la Iglesia, pues robustos pilares deberían caer, pero hay que aprender de los errores, y en todo caso no imponer nuestra teoría como la verdad absoluta, y abrirnos a las posibilidades que se nos presentan en la existencia.

Así pues, espero que este congreso sirva para encontrar puntos de encuentro, y no de desencuentro entre el mundo de la ciencia y el mundo de la fe, y que de una vez por todas se comience a caminar de la mano, y en paralelo, y no cada uno en una dirección opuesta.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Habemus president

Después de más de un año de insoportable tedio informativo con los vaivenes electorales, familiares, culinarios y estilistas de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, por fin tenemos el resultado: Barack Obama se ha erigido como nuevo presidente del país más poderoso del mundo. Dejando aparte el incomprensible bombardeo mediático del cuarto y más poderoso de los poderes de este país, en el que hemos descubierto las intimidades más íntimas de Barack, John, Hillary y Sarah (perdón por la familiaridad, pero es que ya les conozco más que a mis vecinos), el resultado es, por mucho que nos neguemos, importante para toda la humanidad.

Está claro que Barack era el favorito, pero su victoria deja un sabroso y dulce regusto en los paladares de aquellos que pensamos que su opción era la mejor, para su país y para el mundo entero.

Así, a bote pronto, se me ocurren varias razones por las que me alegro de la victoria de Obama:

1.- No es Bush
2.- Es joven.
3.- Es negro.
4.- Parece que es aperturista.
5.- Tiene ideas interesantes
6.- No es Bush
7.- Esto es una apreciación subjetiva, pero no le veo con un rifle al hombro (como a McCain... y como a Bush)
8.- No es Bush

Lo siento, creo que me he repetido, pero ante todo y sobre todo, creo que la mayor y mejor de las razones por las que siento satisfacción es que por fin ha finalizado la era Bush. Empezó mal con senior, pero el señor Bush junior ha sido una de las peores cosas que han ocurrido a la humanidad en los últimos tiempos.

Así pues, enhorabuena en primer lugar a Obama, porque ha demostrado que Yes We Can, al pueblo estadounidense, por la valentía que ha tenido en las urnas, y finalmente, enhorabuena al mundo, porque creo (espero no equivocarme) que esto puede suponer un buen cambio, un soplo de aire fresco y una gota de sangre joven que el mundo necesitaba.

Ahora, a esperar, y a confiar en que el poder no llegue pronto a corromper al señor president, y que tengamos unos años de respiro para quitarnos de encima el nauseabundo olor que su predecesor ha dejado expandirse hasta el infinito y más allá
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martes, 4 de noviembre de 2008

Cómo amar a un asesino

Después de una entrada un tanto polémica, vamos a relajarnos un poco y disfrutar. Porque para disfrutar (aunque no relajarse) es Dexter.



Una serie que este año emite su tercera temporada, en la que se nos cuenta la vida de Dexter Morgan, un investigador forense que trabaja con la policía de Miami colaborando en la resolución de los asesinatos en los que haya sangre. Y es que la sangre es la especialidad de Dexter, tanto en el sentido laboral como en sus ratos de ocio.

La razón es que el adorable Dexter, el sonriente vecino modélico que aparece día sí y día también por la comisaría cargado de donuts para sus compañeros, cuando cae la noche deja salir su verdadero yo: un despiadado asesino en serie, sin remordimientos, sin un ligero temblor en el pulso, sin miedo, sin piedad.

Pero no es un psicópata cualquiera. Ha conseguido canalizar su necesidad de matar, para al menos, alcanzar un bien superior. Con su impecable metodología localiza a asesinos que no han sido condenados por la justicia, y ejerce su propia justicia poética.

Lo malo es que Dexter consigue caer bien. Es más, se le puede llegar a adorar, aún sabiendo que en el fondo es un monstruo. Ese Oscuro Pasajero que domina su existencia quizá no sea tan poderoso como él piensa, y hay determinados elementos que provocan la humanidad que Dexter cree no poseer.

Entre estos elementos está la gran Rita. Es la novia de Dexter, y no sabe de sus aficiones nocturnas. Le ama, le ama con locura. La pregunta es: ¿le amaría sabiendo que es un asesino? ¿Le amarían también su hermana adoptiva, los hijos de Rita, su jefa, el fantástico Ángel o el inigualable Masuka, si supuieran lo que esconde en su aparato de aire acondicionado?

Lo cierto es que los que vemos la serie lo sabemos, y le amamos. Quizá sea por el bien que hace a la humanidad, quizá sea por su encanto, o quizá por su atractivo físico. El caso es que se demuestra que incluso el más implacable de los asesinos puede ser digno de ser amado.

En realidad, pienso que todo es ocasionado por la ensoñadora ficción de la televisión. Creo que sería incapaz de adorar a alguien así en la vida real. Jamás un fin justifica unos medios, y menos aún unos medios tan sanguinarios y oscuros. También adoramos a Sylar, a Ben Linus y a Gollum, aunque puedan ser los seres más despreciables de la existencia.

Dexter, producto televisivo absolutamente recomendable. Aún más recomendable, en versión original. La profunda voz de Michael C. Hall, así como los giros hispanos de María Laguerta y Ángel Batista pierden sentido en la versión doblada. Y eso que en España tenemos grandísimos actores de doblaje. Hasta la próxima.