lunes, 13 de octubre de 2008

Fringe, o la ciencia de lo imposible

Este año ha arrancado con una nueva serie para los amantes de lo desconocido, de la ciencia pseudoparanormal, y para, dicho sea de paso, los amantes de ese nuevo genio de las artes escénicas que es el señor J.J. Abrams.

Se trata de Fringe, una serie en la que una agente del FBI, ayudada por un equipo bastante poco ortodoxo compuesto por un científico recién salido de un hospital psiquiátrico y su hijo, investiga diferentes casos en los que la ciencia se sale de lo normal, siguiendo un Patrón común.



En principio la serie aparenta ser un nuevo Expediente X, con ciertos toques de Alias. Aunque, con el avance de sus episodios, descubrimos que hay mucho más, y que esta nueva serie nos depara algo fresco y totalmente novedoso.

En el primer episodio se plantea una situación que me ha dado que pensar: la posibilidad de hablar con una persona que ya está muerta.

Se afirma que mientras no haya pasado un tiempo desde la muerte (ahora mismo no recuerdo cuánto), es posible seguir hablando con el fallecido mediante una conexión neuronal en un fluido matricial.

Esto nos hace pensar en dos posibilidades: Uno, el muerto no está realmente muerto hasta pasado un tiempo de la parada cardiaca y dos, aunque el cuerpo haya muerto, la persona sigue presente, y de algún modo permanece durante un tiempo unida al cadáver hasta que lo abandona definitivamente.


Personalmente, me gusta más y creo más en la segunda. La persona es una entidad completa, en la que el cuerpo solo es una parte, pero hay otra que permanece, y es la que hace que el ser humano sea algo más que un pedazo de carne que nace, vive, se reproduce y muere. Cuando a una persona se le amputa un miembro, sigue siendo la misma persona. Si se le amputa otro y otro, sigue siendo la misma persona. Así pues, ¿dónde reside la persona? Lo más probable es que en el sistema nervioso central, médicamente hablando, pero exactamente, ¿en el cerebro?¿en el cerebelo?¿en la médula espinal? No está muy claro, por lo que algunos pensamos y creemos firmemente que existe algo que nos hace ser lo que somos, y que ese algo permanece nos quiten los trozos de carne que nos quiten, o desaparezca el cuerpo entero en la muerte.

Por último, aunque ya lo he dejado entrever, solo me queda decir que recomiendo Fringe, puede que me dé juego en esto de los pensamientos, gracias a que recorre el finísimo filo que existe entre lo científico y lo denominado paranormal, y eso siempre puede ser motivo de reflexión.

2 comentarios:

Samu dijo...

vale, me uno ya de forma reconocida también a este frikismo... Fringe promete!

en cuanto al tema con chicha... tiendo a compartir tu opinión también en este aspecto, pero no dejo de preguntarme ¿hasta que punto la persona sigue siendo la misma cuando pierde un miembro? ¿no cambia eso su visión de la vida, su "ser persona"? Si que creo que hay algo que nos hace ser lo que somos, pero que depende también de lo que nos rodea, de lo que vivimos... que aunque resida en nuestro sistema nervioso, la conexión cuerpo-mente es inevitable.

por cierto, leerte me ha animado a hacerme un blog (por fin uno personal), ya tendrás noticias... aún está en construcción, jejej

un abrazo!

Sergio dijo...

Es cierto, la persona cambia, puesto que no se es, sino que se existe. En este sentido quizás sea, digamos "existencialista teológico". Ciertamente el hombre está compuesto por sí mismo y por lo que le rodea, y todo cuanto ocurra afecta a la existencia del ser.

Tal vez me haya expresado mal. Mi idea no era la de que la persona no cambia, sino que la integridad de la persona permanece, es decir, por mucho que nos quitemos, la realidad persona siempre existe, es por eso que creo que tras la muerte sigue existiendo de un modo u otro, aunque es innegable que de otra manera de la que la concebimos en el día a día, pasa a formar parte de otra esencia del ser.

Puf, el ponerse tan metafilosófico a estas horas de la mañana no puede ser bueno...

Ánimo con tu iniciativa, seguro que me resulta apasionante, lo sé.

Un abrazo.