jueves, 23 de octubre de 2008

Va de inauguraciones

Anteayer, 21 de octubre de 2008 era la fecha prevista para la inauguración del LHC, el mayor experimento de la historia de la humanidad.

Ya comenté en una entrada de este blog que el colisionador había arrancado y comenzado a funcionar el día 10 de septiembre, y que del mismo modo, había sufrido una avería nueve días después, dejando así de funcionar hasta la próxima primavera.

Entonces llegó la primera incongruencia: la inauguración del Colisionador de Hadrones estaba prevista para el martes, un mes y medio después de su puesta en marcha. A mi entender, una inauguración es el día en el que algo comienza a dar servicio. Hoy los políticos inauguran sus obras meses antes de su finalización y puesta en marcha, cosa que entiendo solamente con fines electorales. Da buena imagen el inaugurar un túnel al que le faltan 200 metros por excavar, un viaducto al que le faltan dos vanos, o un hospital que aún no tiene ni camas.

Pero en este caso, la inauguración se estableció un mes y medio después de empezar a funcionar... ¿sería por miedo a que reventara en su puesta en marcha y se chamuscarán los canapés y el vino español?

Bien, lo curioso es que el aparato no funciona, y entonces yo pensé: "pues aplazarán la inauguración"... pues no. Ahí llega la segunda incongruencia: ¡Lo han inaugurado! Se han hecho la foto con la sonrisa encajada entre la satisfacción y el fracaso, han disfutado del piscolabis, del café preparado por Ferrán Adriá (un café tan espeso que había que tomarlo con cuchara... ¿y dónde mojas las pastas?) y de la fiesta, que al fin y al cabo es lo que importa, aunque no haya nada que celebrar.


Probablemente ya tenían apalabrado el catering, y para no perder la señal en calidad de reserva, pues han decidido seguir adelante con su fiesta. Todo el mundo sabe que los fracasos con canapé son menos. Aunque la máquina esté parada, las mandíbulas han trabajado duro.

¿Qué pensará el Bosón de Higgs de todo esto?

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